Masajistas y quiromasajistas tienen una meta común: mejorar la condición del tejido blando de los pacientes, ya sea usando únicamente sus manos o innovadores instrumentos. Aun así, como en cualquier otra disciplina médica, ocurren negligencias médicas en el momento menos oportuno. Estas pueden variar ampliamente: desde una mala praxis durante el masaje, que puede conllevar el empeoramiento del estado físico del paciente hasta reclamos de pagos de cuantías elevadas en tratamientos médicos posteriores al tratamiento e incluso daños no corporales durante sesiones de masaje. Es por ello por lo que un profesional de esta disciplina ha de contar con su seguro civil profesional para llevar a cabo su ocupación sin preocupaciones.